lunes, 24 de septiembre de 2012

Un pequeño adelanto de mi obra



Hoy quisiera invitaros a que visitéis una página donde he publicado lo que será el comienzo de mi libro "Nes y el secreto de los kidogandis". 

Es una novela infantil, dirigida concretamente a niños,  a partir de 9 años, aunque a mi favor diré que algunos voluntarios de menos edad la han leído y les ha gustado.

Aún estoy terminando de limar ciertos capítulos. Es la suerte de tener una sobrina tremendamente lectora y con una muy buena crítica sobre todo lo que lee. Este verano tuve la suerte de contar con su ayuda. Contar con su opinión ha sido todo un lujazo, eso sí, trabajo extra. Lo que ya creí tener cerrado, se ha convertido en otro reto abierto.

Aunque falta rematar, puedo decir que en breve podré presentarla en sociedad. Espero os guste. 

viernes, 14 de septiembre de 2012

La vaca chocolatera

 
Hay algo de Braulio Llamero que me hace sentir como en casa, quizá sea su parecido a mi padre, no tanto en su físico como en su manera de relatar historias. He leído dos de sus obras, "El burro del rabo amarillo" y "La vaca chocolatera". En ambos relatos he respirado el olor a leña, a labranza, al puchero casero, a campo, a pueblo al fin y al cabo.

Braulio nos transporta a esos tiempos en los que los niños ayudaban a sus padres en las tareas de su día a día. Mientras leía "La vaca chocolatera" no podía por más que recordar el rostro surcado de arrugas de mi abuela, marcas visible de su larga y trabajada vida, de los relatos de mi padre basados en su niñez, en el cortijo donde se crió, lleno de olivos y anécdotas, y como no, llenos de nostalgia.

Y es que, en estos cuentos, vemos retratada la España de antaño. Quizá, desde mi punto de vista, no son cuentos para relatar simplemente, son cuentos para analizar, para ayudarnos a mostrar a nuestros hijos que hubo otro tiempo. Una época en la que todo se conseguía con  esfuerzo, en que la palabra tenía aún un gran valor y la opinión de un cura tenía más peso que la del propio patriarca.

¿Un cuento para niños?, más bien pienso que puede ser un cuento para adultos. Es cierto que quiero leérselos a mi hijo, quiero que conozca esas otras infancias que no nos quedan tan lejos en el tiempo. Esas formas de hacer las cosas, donde un apretón de manos valía más que cualquier papel firmado. Donde no había aburrimiento ni pereza, porque siempre había algo que hacer y las mentes no estaban embotadas por la pequeña pantalla.

Y es que, a través de este relato en particular, podemos vislumbrar la infancia de nuestros padres o abuelos. Aunque no deja de ser un cuento, retrata bien lo que tantas veces he oído de boca de mi padre. La vida en el campo era dura, muy trabajosa, pero curtía a la persona y la hacía más solidaria. Un cuento donde el fin no es hacerse rico, un cuento donde aspiramos el aroma de un buen chocolate. 

Al igual que pasó con "La niña que no quería nacer", son lecturas que tengo pendientes con Daniel, pero que tienen su especial momento, aquel en el que la mente del niño está abierta a descubrir otros mundos distintos de los que está habituado. Donde podremos adentrarnos en la España de sus abuelos y bisabuelos, y así dar pie a conocer más en detalle todas sus raíces. Seguro que le sacaremos mucho jugo.