viernes, 14 de septiembre de 2012

La vaca chocolatera

 
Hay algo de Braulio Llamero que me hace sentir como en casa, quizá sea su parecido a mi padre, no tanto en su físico como en su manera de relatar historias. He leído dos de sus obras, "El burro del rabo amarillo" y "La vaca chocolatera". En ambos relatos he respirado el olor a leña, a labranza, al puchero casero, a campo, a pueblo al fin y al cabo.

Braulio nos transporta a esos tiempos en los que los niños ayudaban a sus padres en las tareas de su día a día. Mientras leía "La vaca chocolatera" no podía por más que recordar el rostro surcado de arrugas de mi abuela, marcas visible de su larga y trabajada vida, de los relatos de mi padre basados en su niñez, en el cortijo donde se crió, lleno de olivos y anécdotas, y como no, llenos de nostalgia.

Y es que, en estos cuentos, vemos retratada la España de antaño. Quizá, desde mi punto de vista, no son cuentos para relatar simplemente, son cuentos para analizar, para ayudarnos a mostrar a nuestros hijos que hubo otro tiempo. Una época en la que todo se conseguía con  esfuerzo, en que la palabra tenía aún un gran valor y la opinión de un cura tenía más peso que la del propio patriarca.

¿Un cuento para niños?, más bien pienso que puede ser un cuento para adultos. Es cierto que quiero leérselos a mi hijo, quiero que conozca esas otras infancias que no nos quedan tan lejos en el tiempo. Esas formas de hacer las cosas, donde un apretón de manos valía más que cualquier papel firmado. Donde no había aburrimiento ni pereza, porque siempre había algo que hacer y las mentes no estaban embotadas por la pequeña pantalla.

Y es que, a través de este relato en particular, podemos vislumbrar la infancia de nuestros padres o abuelos. Aunque no deja de ser un cuento, retrata bien lo que tantas veces he oído de boca de mi padre. La vida en el campo era dura, muy trabajosa, pero curtía a la persona y la hacía más solidaria. Un cuento donde el fin no es hacerse rico, un cuento donde aspiramos el aroma de un buen chocolate. 

Al igual que pasó con "La niña que no quería nacer", son lecturas que tengo pendientes con Daniel, pero que tienen su especial momento, aquel en el que la mente del niño está abierta a descubrir otros mundos distintos de los que está habituado. Donde podremos adentrarnos en la España de sus abuelos y bisabuelos, y así dar pie a conocer más en detalle todas sus raíces. Seguro que le sacaremos mucho jugo.


2 comentarios:

  1. Gracias por tan estupendo comentario, Paloma. No sabes cómo me emociona ver que he removido tu nostalgia...
    Aunque en un detalle, si me permites, discrepo; o más bien tengo otra visión. En mis libros infantiles intento siempre que haya dos lecturas distintas: la del niño y la del adulto. El libro que tu has leído no será en absoluto el libro que pueda leer tu hijo o cualquier otro niño. Lo que para ti y para mi es recuerdo, nostalgia, trasfondo vital; para ellos es un simple decorado ficticio, fantástico... Imagina que en vez de situar el libro en el siglo XX lo hubiera hecho en la vaporosa Edad Media de los cuentos tradicionales: la aventura sería la misma, cambiarían los decorados. Para un niño, me refiero; no para ti ni para mi. Tampoco para un medievalista que leyese esa otra versión.
    De todas formas, solo los pequeños lectores me irán diciendo si tengo razón y logré el objetivo.
    Pero me complace haberlo logrado, cuando menos, en ti, como lectora adulta y experta.
    Gracias de nuevo.

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    1. Estoy totalmente de acuerdo contigo en que cada uno tiene una visión diferente, y que el libro que yo leo en nada se parece al libro que puede leer mi hijo. Aunque debo admitirte que la eterna niña que vive en mí es la que toma mi lugar cuando se trata de enfrentarse a libros infantiles. Porque son mi pasión, más que los de adultos ¿por qué será? :-D

      Llevo leyendo a mi hijo de nueve años desde que nació. Aún sigo leyéndole todo, su dislexia le impide una lectura fluida para poder "descifrar" de lo que transmite la palabra escrita. Cada libro que leemos lo comentamos y aprendemos de él. Pues en todo este tiempo he querido leer obras de peso, pero le cuesta enfrentarse a ellas. Pues precisamente porque no son historias "actuales" y dentro de su ámbito real, y no por la historia en sí, más bien es por la manera de ser presentadas y el ambiente que recrean. Como a él, le pasa a la mayoría de los niños. Quizá porque "hablan" otro idioma, o porque las vivencias actuales son diferentes y no conciben esa otra existencia. Lo que tengo claro es que este libro lo leeremos, cuando él quiera, e intentaré que le saque el máximo jugo.

      Gracias a tí por tu aportación. Me encanta encontrarme con diferentes pareceres, analizarlos y aprender de ellos.

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